Suave, tan suave
Dulce, tu mirada, tu sonrisa.
Tu suave piel toca la ahora bendita carpeta.
Tu mirada recorre el ya vacío salón.
Cae tu sedoso y negro cabello sobre tus alegres hombros
y se deslizan por tu pecho que los recibe como mi mirada a la tuya.
Observo tus brazos, tan cálidos tan hermosos
eres como el sueño de algún escultor
tan blanca, tan suave.
Tu figura se plasma sobre el salón
y exalta la belleza que Dios creó
Cómo no creer en ti.
Cómo no amarte
¡Oh! pureza que irradia de alegría mis ojos
y hace sentirme inquieto
tan blanca, tan suave
como la nieve que cubre dichosa el firmamento
y que enamora al sol
al igual que el mar enamora a la luna
tú me enamoras a mí…
Caigo y ni la oscuridad me levanta,
tú eres mi oscuridad, tú mi tristeza,
tan blanca, tan suave.