lunes, setiembre 03, 2007

Momentos (I Parte)

Continuaba pensando estos días sobre esos momentos especiales de mi vida... y porqué no seguir nombrándolos... finalmente me ayuda mucho recordar que no he sido una persona triste, no del todo.

Mis alegrías se deben principalmente a las ocurrencias de las personas que han pasado por mi vida desde muy pequeño, muchas de esas personas se fueron quedando en el camino por diferentes motivos. Tal vez por algún viaje forzado que me alejaron de ellos, algunas discusiones, problemas económicos, tal vez un mal entendido y finalmente sentimientos, por qué no, encontrados. También existen momentos no muy alegres, esos que duelen en el alma y también los que te impactan de algún modo.

Recuerdo muy bien que pintaba hongos, con mi hermana, en el jardín de mi casa en Miraflores, cuando vivía en la casa grande de Colón... -Colón 464 Miraflores jajaja- aún recuerdo la dirección. Allí también me gustaba darles de comer a las palomas que a montones se acercaban al balcón porque corría tirarles arroz, y terminaba acabándome todo el saco, sí q causaba problemas en la casa en ese entonces… y los riquísimos embutidos (Burma) de la fábrica, de la familia, que quedaba al costado, Horacio lanzando embutidos a mi hermana y a mi en vez de llevarlos a guardar.

El pavo, sin cabeza, que me perseguía por toda la sala y que pensé me alcanzaría. No paré hasta llegar a la cama de mi madre y abrazarla, me escondí dentro de la colcha.

Los viajes en la movilidad hacia el nido. Ida y regreso. Los chocolates de los señores hacían el servicio, los mimos de las niñas que iban atrás, mi profesora esperándome en la puerta del nido, mi madre ayudándome a bajar del carro.

Robarme el triciclo de mi hermana y pedalear a toda máquina por el jardín, eso era muy emocionante, tanto como jugar carnavales, aunque terminaba llorando de picón, no me gustaba que me mojen, mucho menos la espuma.

Mi disfraz de ¡¡¡Drácula!!! Ese fue mi primer acercamiento a todo este mundo oscuro. Mi madre luego me cuenta que yo escogí ese disfraz que quería que me vistieran de Drácula, y en las fotos salgo muy bien, todo un chupasangre –jajaja- recuerdo muy bien la emoción que sentía cuando terminaron de arreglarme.

Recuerdo que me gustaba mi profesora… era algo inexplicable… creo que fue la primera vez que sentí algo así, es el recuerdo más antiguo que tengo sobre ese tipo de emociones.

Colegio… fue realmente impactante ese primer día. Lo que más recuerdo es un niño, rubio y grande el, que gritaba como chancho y lloraba, se tiraba, se arrastraba y no quería quedarse en el colegio, no quería separarse de su mamá. Eso sin lugar a dudas casó una reacción en mí y en muchos de los niños que lo veían, algunos empezaban a llorar, yo no entendía nada. Al último todos entramos a los salones y asunto arreglado.

La mis Carmen… cómo olvidar tan angelical persona… fue lo que más me gustó de estar en el colegio, su forma de hablar, de mirar, de atenderte, hmmm… era algo especial, como una chica linda que sabía hacer todo lo que tu mamá hacía, algo gracioso suena eso ahora, pero en ese momento era la perfección.

La Huella de una mano ensangrentada en la pared, bajo el arco de basketball. No recuerdo el nombre del patín este que se calló por estar colgado del arco, pero si lo recuerdo tirado con mucha sangre y su mano en la pared, todos sin saber qué hacer. Después de varias semanas aparecería en el salón con una cicatriz en su boca y todos preguntándole, ¿Qué te pasó?, ¿Y qué te hicieron en el Hospital?...

Hoooooo!!! Y los rabanitos de Cachito (siii el que le cantábamos “Cachito cacha las flores” jajajajajaaaaaa) que plantamos en el huerto con ayuda del jardinero y la profesora, fue genial cosecharlos después de mucho tiempo… recuerdo haber llegado a mi casa con mi cosecha de unos cuantos rabanitos, fui muy feliz ese día.

Luego de esto vendría Pucallpa… Se vendría la charapeada... aunque con mucho calor, recuerdo muy emocionado la primera vez que toqué suelo amazónico. Pensaba que encontraría a Tarzán, y eso lo juro porque recuerdo muy bien. Luego de un duro proceso de aclimatación al sol, llegaría la no esperada lluvia. Los relámpagos, rayos y mucha pero mucho agua que caía parecían nunca acabar, la primera vez que vi llover así me quedé en la lluvia mucho tiempo jugando y jugando. Eso acarrearía una gripe muy pero muy mala.

Los animalitos de la selva y la “Princesa”. Ya había tenido un perro negro, el Califa, una tortuga y palomas en Miraflores. La selva fue diferente… tortugas las tuve a montones, las que nadan, las de tierra, las que eran para comer… guacamayo, fue el mejor, rojo con plumas azules y violetas, muy lindo. Una lora muy linda, verde, con plumas de colores que repetía todo, pero absolutamente todo lo que escuchaba, su atractivo principal era su silbido. Y los cachorros, ñatos ellos, de bóxer.

De las personas que conocí en este extraño lugar recuerdo mucho a una chica… jugaba con ella, pasaba mucho tiempo hablando con ella. Compartíamos muchas cosas, al final no se realmente lo que sentía. Si me hubiera quedado estoy seguro que lo hubiera entendido, nunca había sentido algo por una chica o por lo menos una de la misma edad que yo (jajaja) es extraño cuando empiezas a sentir algo bonito, creo q esa fue la única vez que ambos crecíamos sintiendo algo, éramos amigos, pero extrañamente sentíamos algo dentro que nos unía mucho. Tal vez fueron niñerías pero nunca me olvidaré de ti Rocío.

Me veo bailando en las actuaciones del Raimodi, mi pareja siempre Rocío y todos los amiguitos que pululaban por alrededores.

Por lo demás la selva pasaba como cualquier nuevo sitio que un niño conoce, entre las plantas, frutos, animales exóticos, personas extrañas, chicas extrañas pero que despertaban en mi algo, pronto lo descubriría, y mucha, mucha emoción.

Mi tan añorada Lima volvía a la vida, bajaba del avión y me sentía antiguo, como si nunca hubiera pasado el tiempo en mi pero si en la ciudad.

Regresaba a mi colegio, al Champagnat, no conocía a nadie, solo aquel chico muy blanco de cara graciosa que recordé a penas lo vi y que cuando me miró me saludó. Fui el ser más feliz de la tierra, alguien me había reconocido, fui muy feliz. Nos reconocimos y empezamos a hablar de nuevo todo empezó a reconstruirse para mi, ese futuro loco era Victorio!, mi estimado Iván Victorio, los próximos años no conviviríamos en los mismos salones, hasta 11º que empezamos a hablar de nuevo, antes de salir del Cole.

Mi vida en el Colegio renacería mientras me ponían al día en cuanto a las cosas que habían sucedido en mi ausencia, nuevos alumnos, nuevas profesoras, en aquellos días mis compañeros y yo empezábamos a vivir nuevas experiencias en cuanto al tema del género femenino. Cuando estudias en un colegio donde todos son hombres, la única forma de enamorarse es de alguna profesora que te guste…