miércoles, abril 09, 2008

Shhhh...

Había estado pensando en los momentos más incómodos de mi vida y los relacionaba mucho con el silencio. Si bien nuestra sociedad es una muy ruidosa, me causa el máximo placer estar callado escuchando los sonidos naturales de un parque, la playa o el silencio de la noche.

Pero el silencio que recordaba es ese que te pone los pelos de punta, te ensordece o te desespera al punto de querer dejar todo y gritar.

Recuerdo muy bien haberme quedado callado y tan solo remitirme a mover mi cuerpo sin pronunciar palabra alguna, solo los productos sonoros propios de los movimientos musculares y físicos del ambiente.

Son esos tipos de silencios los que me atacan últimamente. No sabía que decir, ni que comentar, finalmente me hacía soltar una serie de pensamientos ideas y sucesos recordados, todos entremezclados. Es la típica actitud del querer decir algo para poder llenar ese silencio que inquieta y finalmente te lleva al aburrimiento, o sea el fracaso en una acción de relación con otra persona.

Recuerdo claramente haber caminado casi toda una calle en silencio, junto a otra persona, mientras mi cerebro era corroído por el silencio. Solo quería que un ovni apareciese y me llevara, que encontrara un hueco enorme en el cual cayera o quizá que hubiese un tiroteo (jajaja).

Otra vez me pasó eso en el carro que horrible, creo que muchas veces me pasó pero unas 3 o 4 veces fueron las que me motivó mi preocupación.

Soy un ser que ama el silencio, y me disgusta mucho cuando encuentro mucho sonido entremezclado y sin motivo alguno, o con motivos poco constructivos.

Hay épocas en que solo quiero utilizar mis tampones y aislarme de todo sonido existente, pero hay otros días en los que me perturba esa quietud de ondas.

Replanteando esto, los sentimientos intervienen mucho en esto de la contextualisación del sonido como tal. Le da el toque ruidoso u armonioso. Para mí siempre el ruido será una forma de expresión y musicalidad.

Claro que el abuso también me molesta.